Al final del artículo encontrarás el enlace al vídeo de Youtube
¿Es la adicción al sexo una enfermedad mental como lo es la adicción al juego, a la coca o el alcohol?
¿Estamos blanqueando el abuso sexual si lo llamamos adicción?
¿Será este trastorno el nuevo coladero (además de convertirse en trans), para escabullirse de las penas legales?
¿Es honesto exculparse con una enfermedad y hacernos creer que es una conducta impulsiva, instintiva, difícil de dominar, cuando en realidad es una conducta machista, misógina, maltratadora y desleal?
¿Se puede legislar para poner en la calle a violadores o para facilitar que niñas y niños se hormonen y mutilen órganos sanos, si se sabe que se tiene una enfermedad mental como la ‘adicción al sexo’?
¿Es decente utilizar la enfermedad o los maltratos durante la infancia (como en el caso Pelicot) para hacerse la víctima y justificar actos delictivos?
Tenemos cientos y cientos de jóvenes, adolescentes (y adultos) pendientes de este asunto.
Así que, cuidado con confundir adrede misoginia, machismo, maldad, falta de empatía o abuso de poder, con ‘tener una enfermedad’. Una cosa es el sexo y el erotismo y otra la violencia.
Hay prácticas sexuales, que fuera del ámbito sexual son un delito.
No podemos permitir que asfixiar, escupir, atar, humillar, torturar, pegar, tirar del pelo y un largo etcétera, sean consideradas revolucionarias y súper estimulantes, porque se hacen en la cama.
Después de años de pornografía, el sexo ha dejado de concebirse como un encuentro íntimo y respetuoso, sino como un acto de dominación. Me encuentro diariamente a jóvenes y adolescentes cuya sexualidad refleja una imagen de la mujer como objeto violable.
Es intolerable que constantemente se proponga a mujeres, niñas y adolescentes aceptar prácticas violentas en los encuentros sexuales y se nos presione para que las aceptemos. Es insufrible que encima se nos obligue a decir que nos gusta.
Es insultante que, si decimos que no, nos insistan, manipulen, chantajeen y recriminen con malos modos, malas caras o haciéndonos creer que no estamos a la altura.
Lo que llaman adicción al sexo se produce por policonsumos habituales, entre ellos, por consumo de pornografía violenta. Ya he explicado qué le ocurre a nuestro cerebro cuando se sobreexpone a la pornografía. Se acostumbra a excitarse si hay control, dominancia, violencia y poder. Sin embargo, no siente nada, si solo hay ternura, deseo, cercanía y empatía.
Si defendemos la pornografía, la prostitución, la compra-venta de bebés, el alquiler de mujeres, la sexualización, la hormonación y mutilación de menores, lo más lógico es que terminemos defendiendo prácticas sexuales misóginas y violentas exentas del más mínimo respeto.
Somos el espejo donde nuestros menores se reflejan, no dejan de observarnos. Si seguimos dando este peligroso ejemplo de machismo, nuestras niñas y niños creerán que es el camino correcto a seguir.
Si ven que un tipo poderoso, mediático y conocido agrede, veja, humilla o maltrata a una mujer para excitarse sexualmente y ella supuestamente tiene varios orgasmos, lo querrán imitar.
Si vendemos la liberación sexual como la escenificación del porno, si vendemos que el placer de las mujeres no importa, si hacemos creer que tenemos que consentir y dejarnos agredir para dar placer al hombre, nuestras chicas creerán que esa es la sexualidad saludable que deben tener y los chicos creerán que es lo que deben pedir o exigir.
Por otro lado, las mujeres, temen no ser creídas. Se sienten culpables. Les da vergüenza. Piensan que hay algo en su conducta haya podido provocar la agresión. Saben que pasarán un suplicio de declaraciones, exámenes forenses, interrogatorios, etc. culminando en un juicio público donde tendrán que demostrar el abuso. Tardamos en denunciar porque tenemos que vencer el temor a las consecuencias de la denuncia y a la incomprensión de quienes presionan para que no denunciemos.
Insisto en que profesionales con formación y rigor científico impartan educación en sexualidad y coeducación a nuestros menores, desde la infancia. Así, cuando sean adultos, no tendrán que recibir un cursillo acelerado de feminismo, con el fin de que dejen de ser violentos, machistas y misóginos.
No solo por las consecuencias penales, sino porque somos seres racionales, sujetos con criterio y libertad, capaces de tomar decisiones y autocontrolarnos.
Es necesario unir el sexo al afecto, la conexión, la intimidad, la fidelidad, el respeto, el erotismo, y si se ha decidido, a la fidelidad. El acceso a la pornografía a edades tempranas nos lleva a ser instintivos y no racionales.
En mis conferencias enseño a desconfiar de los príncipes azules y el amor romántico. Sin embargo, no digo nada de los aliadEs de color violeta.
A partir de ahora, quizás tenga que empezar por ahí.
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Después de Navidad impartiré online en directo mis ocho conferencias.
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Soy Carmen López…
Doctora en educación, pedagoga, investigadora y fundadora de Hijos con Éxito.
Después de 30 años dedicada a la educación de familias y profesorado, quiero aportar mis conocimientos y experiencia para ayudar a construir una sociedad sana y equilibrada desde la educación de los más jóvenes.
Porque sin las herramientas adecuadas, la crianza se convierte en un camino difícil de transitar y lleno de culpas.
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